sábado, 28 de octubre de 2017

La Puerta (VI) Liria, una perita en dulce


Primero llegó el tiempo en que se cumplió lo esperado, la guerra; la Guerra Esperada. Semanas después de su comienzo, trajo consigo el progresivo oscurecimiento del cielo.
Las comunicaciones virtuales se fueron a hacer puñetas, sólo diecisiete días después de que estallara el conflicto bélico. Ignoramos qué acontece desde entonces lejos de Canarias, pero sospechamos que nada distinto a lo que aquí han visto nuestros ojos.

Las ocho islas están conectadas marítimamente. Y, aunque hay una amplia y eficiente red de personas -en tierra y mar- haciendo sus tareas, no deja de ser desesperante, frente a lo que hemos estamos acostumbrados hasta que explotó la guerra.
Cuando el sol comenzó a mostrar los primeros síntomas de declive, los muertos volvieron de donde quiera que hayan estado. No todos los muertos, como es lógico. Creemos que unos cientos de miles, o varios millones. Lo ignoramos, a ciencia cierta.
Sin embargo, estoy en disposición de acreditar que todos los muertos regresados que yo he conocido, eran de credos diversos. E, incluso, no pocos de ellos eran ateos antes de fallecer.
En mi tierra se les llamó Retornados, Los que han vuelto, Finaos vivos. También Crepusculares. No llegaron todos al mismo tiempo, sino en cascada. Eso es lo que nos dice la experiencia en las islas.
Por ejemplo, Liria, una perita en dulce de mujer, que aún conservaba su acento madrileño. El día 20 de agosto de 2008 no acudió a su cita con Trajano. La muerte se interpuso entre los amantes; y él metió todo lo que sentía por ella dentro de su pecho, incomodándole la respiración, sí, pero haciendo vibrar el corazón. Así, durante casi años.
Hasta que, una madrugada, la confusión se adueñó de Trajano, sólo en casa, en cama, chocolate y cine en blanco y negro. El diálogo de la película en su lengua original.
-Who are you?
-I'm Dr. Hill, from the state mental hospital...
-I am not insane!
-Let him go!
-Listen, Doctor, now you must listen to me, you must understand me, I'm a doctor too, I am not insane! I am NOT insane!
Una sombra humana se dibujó en la puerta del dormitorio.
Una sombra callada; nuestro hombre, sin que las palabras fueran necesarias, descubriría a quién pertenecía aquella sombra. Los ojos de Trajano, repentinamente, se enlagrimaron. La aparición de aquella silueta humana, femenina, que ahora lo había dejado mudo, le era reconocible. Cientos de veces había recorrido los tersos y tatuados cueros de Liria, una década atrás...
-No temas –susurró ella. En vano. Trajano teme.
De algún modo, anticipándose a los acontecimientos que tiñeron el cielo de negro, Trajano sintió que algo sorprendente, un cambio, acontecería. Vio la confirmación a sus sospechas en la bóveda celeste. Ahora, delante de sus narices, en la soledad de la noche, Liria.
-No temas –repitió mientras se adentraba en el dormitorio, y las luces de la pantalla de televisión la vestían de grises y sepias.
¿De dónde provenía aquella mujer de carne y hueso, que había conservado el mismo aspecto que tenía en los días en que murió?
¿Habrá atravesado la Puerta?


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