Shayamalan han vuelto con Múltiple (Split), después
de varias películas desastrosas que no hacían honor a la fama que se había
ganado con El Protegido (2000), El sexto Sentido (1999), Señales (2002) y La
Joven del Agua (2006).
Dennis es un joven con trastorno de personalidad
múltiple. Y sobre esa característica gira toda la película. Sin embargo, el
aspecto que a mí me interesa resaltar no es todo lo atractivo que eso conlleva,
sino sobre el manejo que Shyamalan hace de una historia escrita por el mismo,
en torno a la conciencia... Hay tres adolescentes, compañeras de instituto; una
de ellas es la perfecta rebelde, sofisticada, porque no muestra rasgos externos
que la hagan diferente a las demás. Sin embargo, ahí van elementos de su
personalidad que sí la diferencian: cuestiona y enfrenta la autoridad, aguanta
con aplomo las consecuencias de sus particularidades; y sumamos la habilidad
para hacer frente con madurez las situaciones difíciles. Víctima del acoso
moral de sus compañeras, esta chica será partícipe, presa, de un dramático episodio
de secuestro. Y Shayamalan no dejará de mostrarnos en todo momento que la
ausencia de conciencia ética -que pasa desapercibida en medio de la sutilidad y
ambigüedad cotidianas, reforzada por la indiferencia hacia las injusticias que
nos rodean- atrae a los peores monstruos. La ausencia de conciencia llama a La
Bestia.
De resto, unas imágenes, como siempre en este autor,
elegantes.
Por cierto, sorpresón final para los amantes del cine
de Shyamalan, algo que nos permitirá comprender, completamente, el contexto en
el que nace Múltiple. Una pista: los héroes y las heroínas nos
rodean en el día a día, y ejercen sus superpoderes pasando desapercibidos.
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