jueves, 26 de octubre de 2017

La Puerta (V) Damas y caballeros, Trajano


Trajano gustaba de recorrer las más sinuosas madrigueras virtuales, buscando joyas musicales de todas las épocas. Cuando daba con una, el disfrute alcanzaba el éxtasis.
Descubrió A change is gonna come, y no apartaba sus sentidos de aquella canción de voces negras. Bajo su embrujo, Trajano, alguna tarde de caluroso agosto, tendido en la orilla de La Laja, plateadas chispas solares sobre las olas, disparó su imaginación hacia la estratosfera. Pitillo de buena hierba y versos en sus labios…

Porque el río en cuyas orillas Trajano nació se llama Atlántico. Y de él, de ese río de azules corrientes, tomó Trajano su carácter; casi siempre corriendo, malamente, de un asunto a otro. Vivir es duro, pero lo prefiere a morir, ya que no sabe qué cosas habrá allá arriba, en el cielo; mejor aquí abajo, Trajano; mejor aquí, en Las Palmas.
Liria, una rosa morena, era su novia. La muerte los separó el 20 de agosto de 2008. Desde entonces, ella habita en sus recuerdos. Los andares del chico dan lástima. Su vida sentimental no acaba de cuajar. La laboral es la mejor de todas. Se sabe esclavo y vive holgadamente cuando paga sus facturas.
Trajano sabía que algo, un cambio, no sabría expresarlo con detalle, estaba presto a suceder.
Y así fue. El cielo se oscureció. Y entonces, unos días más tarde, ocurrió, ya sabes, eso… El hecho más sorprendente que pueda imaginarse. Cientos de miles de personas, tal vez millones, alrededor de todo el mundo, regresaron a sus hogares, en muchos casos, tras más de diez años de ausencia. En otros, sólo unas pocas semanas. Pero todos, todos esos individuos, tienen una cosa en común: están legalmente muertos.

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