miércoles, 1 de noviembre de 2017

La Puerta (VII) Interminable regimiento de elegidos


Cierta madrugada, inesperadamente, en la Calle Galicia de la capital grancanaria se produjo un hecho extraordinario. Liria Días Pérez se presentó, en cuerpo y alma, en el que un lejano día fuera su hogar. Un milagro, dijeron unos. Tal cosa sólo puede ser obra del diablo, adujo una doña del sexto piso.

El primer sorprendido, Trajano del Hierro, su prometido. Primero, el gélido impacto, luego la alegría. Fascinado testigo primero de la aparición de la chica, su corazón la recibió sin juicio ni mesura, brincando como un perro que reencuentra a su dueña veinte años después.
Trajano podría haber explotado de pura emoción, pero fue calmándose poco a poco. Y las yemas de sus temblorosos dedos se posaron, con cierto pudor, sobre la piel de ella. Fundidos en un interminable abrazo de besos y lágrimas, la mirada de Liria estaba tan viva como los mismísimos fuegos del averno. Es un milagro, pensó él.
A la pregunta, ¿fue, en verdad, un milagro la aparición de Liria en aquel hogar del octavo piso del Edificio Castilla?, hay sólo una respuesta, concisa y concluyente: Sí. Un maravilloso e inexplicable suceso que colmó de felicidad a Trajano; e hizo que su compañera pronunciara las palabras intervención divina, para referirse a su regreso al mundo. Algo de peso tendrá la opinión de la protagonista, ¿no? Supongo que sí. Pero, la cuestión es otra…
¿Atravesó Liria Días Pérez la Puerta? Y, si así fue, ¿con qué fin lo hizo? ¿Qué la llevó a colocar su mano sobre el pomo del otro lado de la Puerta, abriéndola? La chica tenía mucho que contar.
Fue la primera crepuscular de la que se tuvo noticia en las islas. Shock. Tras ella, la cascada de regresos. Las comunicaciones entre islas, de la noche a la mañana, se volvieron muy intensas. Las informaciones hablaban con delirio, pavor y fascinación, de cada nuevo caso.
Los muertos, legiones de ellos, volvían a casa; recorriendo las leguas que separan el otro mundo del nuestro como un interminable regimiento de elegidos, como una cabalgata, fúnebre y –a la vez- cómica…
¿Atravesó Liria la Puerta? Sí, lo hizo. Ella misma me lo confirmó.
-Dime, ¿con qué fin has regresado al mundo?
-El motivo por el que he vuelto sólo concierne a mi familia. A nadie más.
-¿Crees que Dios está detrás de este, digamos, evento extraordinario que anteriormente sólo se había atribuido a Cristo?
-Lo único que puedo decirte es que crucé la Puerta para regresar con los míos. Sí, debo ser honesta y decir que sí, creo que ha sido por intervención divina.
-¿Traes un mensaje de Dios para todos?
-No digas tonterías. Mi nueva vida, sin importar cuánto dure, estará centrada en mi gente. No tengo nada especial que deba compartir con desconocidos. ¿Algo más?
-Sí. Una última pregunta. He oído numerosos casos de otros retornados y, sobre todo, he podido hablar con docenas de ellos. Algunos me han mencionado un extraño término que, curiosamente, todos nombran con cierto miedo.
-Ah, ¿sí? –un tono nada convincente- ¿Qué palabra es esa?
-Dokkalfar. Dicen que esa palabra les fue colocada en la mente antes de atravesar la Puerta. ¿Puedes decirme algo al respecto?
-Si en algo valoras tu vida, creo que deberías ser más prudente a la hora de hablar con según qué retornados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario